Por Vivian Velázquez
El término, un
tanto rocambolesco, es sin embargo, acertado. “Desligar al periodismo cubano de
la información meramente institucional, oficial”. La centralización de la
información, la verticalidad desde los estamentos de gobierno, ha generado
reparos a la labor del periodismo cubano.
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Foto:Reproduccion |
La propaganda del
Estado y sus órganos en el caso del proceso revolucionario de nuestro país ha
jugado su papel. La labor periodística y los medios de Comunicación han
documentado todas las transformaciones acontecidas en la sociedad cubana. Que
han sido raigales, hermosas e inclusivas.
Sin embargo, una parte de la realidad cubana
no ha estado reflejada en los análisis del día a día de los medios de
comunicación del país. Hay zonas de sombras y claroscuros que no pueden ser
rastreadas y estudiadas en los medios escritos, radiales, televisivos y más
recientemente, digitales. Es un fenómeno que aún nos alcanza.
Cuando leo a Tom
Wolfe < La crisis de credibilidad actual que sacude a la profesión –el
periodismo-, no puede ser peor >. O a Ignacio Ramonet, quien afirma <En
nuestro tiempo, el periodista está en vías de desaparición>, suena en mi
interior una alarma.
El Periodismo
Cubano estaría inmerso en una crisis de doble capa. Una mundial, que se
corresponde con la implosión del modelo tradicional:
Acontecimiento-Periodista-Ciudadano. Y la nacional, por su insuficiente
independencia y autocensura.